Todavía habrá quienes pretendan animarnos a vivir según los rezagos del 2020: no hagamos caso. Seamos libres y tomemos personalmente nuestras decisiones.
Por P. Jesús Alfaro. 05 enero, 2021.Han pasado los primeros días y en nuestras jornadas se han seguido sucediendo los mismos incidentes cotidianos. No ha habido sobresaltos, en principio.
El estar en verano, de vacaciones muchos, estrenando el año, pendientes de las playas… La verdad es que las condiciones no son las mejores para acometer el trabajo ordinario de los hombres y las mujeres libres: constante, ordenado, intenso.
La gente más joven, no sujeta a compromisos académicos la mayoría, tiende a hacer planes; pero, las circunstancias nos condicionan a todos: no hay facilidades para viajar, continúan las restricciones a la libre circulación, la mascarilla en el verano es especialmente insoportable. Continúa tambié la presencia de supervisores, policías, guachimanes, etc., todos cumpliendo su deber.
Los adultos soportan las cargas comunes, además de tener que bregar con las responsabilidades de fondo: mantener a la familia, cumplir con su empresa de trabajo o su emprendimiento, dar buen ejemplo…
Hombres y mujeres por igual. Cargas distintas y responsabilidades compartidas. Así lo vemos ahora: es una ganancia.
La gente más joven, los niños y adolescentes, pueden estar tranquilos ya que los demás se ocuparán de protegerlos y ponerlos a buen recaudo. Los abuelos, en cambio, con esa sabiduría que da la experiencia, esperan aún unos días más para acoger, sonreír y tratar de poner calma.
Los primeros días del año anterior fueron igualmente apacibles. No contábamos con que unos pocos meses después nos sorprendieran acontecimientos difíciles, que sentimos insuperables.
Con esa experiencia, hemos hecho algunos propósitos, que pondremos en práctica inteligentemente: estar atentos, vigilantes; atender a lo importante, que es en primer lugar la familia y el trabajo; ver los acontecimientos con sentido crítico: pensar en las circunstancias de los hechos que vivamos; informarnos críticamente de las cosas, por nuestros propios medios; exigir a la autoridad mayor diligencia en el cumplimiento de sus deberes; ser proactivos en el ejercicio de nuestras responsabilidades ciudadanas; tener una visión con horizonte: ver a Dios en todas las cosas, si tenemos fe; o ver que la vida tiene un sentido, si no la poseemos.
No sé si haga falta algún propósito esencial para vivir este año con normalidad. Todavía habrá quienes pretendan animarnos a vivir según los rezagos del 2020: no hagamos caso. Seamos libres y tomemos personalmente nuestras decisiones. La vida social es una prolongación de la vida personal. Si en aquella hay libertad, en esta también la habrá.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.